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Lunares

Los lunares son tumores benignos de la piel formados por la acumulación local de melanocitos. El melanocito es la célula encargada de producir melanina, pigmento que nos protege de los efectos perniciosos de la radiación ultravioleta.

El color de nuestra piel y nuestra respuesta de bronceado están condicionados por la mayor o menor cantidad de melanina y su distribución en nuestra epidermis. Las pieles más oscuras y las claras que se broncean con más facilidad muestran mayor resistencia al cáncer de piel que aquellas a las que les cuesta más broncearse.

Todo esto tiene un condicionamiento genético. Al igual que lo tiene el número y tipo de nuestros lunares. Pero son genes independientes. Personas con la piel muy clara pueden tener pocos lunares y personas con la piel oscura podrían tener muchos.

Tener muchos lunares también aumenta el riesgo de cáncer de piel, en particular de melanoma.

Así, la combinación más peligrosa es la formada por personas con piel muy clara, con dificultad para broncearse y facilidad para quemarse y con muchos lunares.

Algunos genes podrían también favorecer la aparición de melanoma con independencia del número y tipo de nuestros lunares y del color más o menos oscuro de nuestra piel. Por ello, damos también mucha importancia a los antecedentes personales o familiares de melanoma. Tanto si se acompañan de muchos lunares como si no.

Diagnóstico

La variedad es enorme, atendiendo a su tamaño, color, momento en que aparecen (congénitos o adquiridos). También a su silueta (planos, sobreelevados cupuliformes, sobreelevados papilomatosos) y su aspecto histológico: cuando se examinan con el microscopio tras su extirpación.

Muchos pacientes tienden a preocuparse por los elevados, claramente palpables cuando pasamos la yema del dedo por encima. Pero la realidad es que los completamente planos son más peligrosos. Es más fácil que sobre ellos se origine un melanoma.

Una cuestión distinta es que uno nuevo crezca y se eleve muy deprisa, o que un lunar previamente plano se eleve global o focalmente muy rápidamente. Esa elevación rápida sí es un importante signo de alarma. Puede indicarnos la posibilidad de que se esté desarrollando un melanoma nodular, la forma menos frecuente pero más agresiva de melanoma.

A menudo, de cara a los pacientes distinguimos entre lunares típicos y atípicos. Estos últimos a veces se llaman displásicos, pero el término es mejor reservarlo para los lunares con atipia vistos al microscopio una vez que han sido extirpados. No siempre hay buena correlación entre la atipia clínica y la histológica.

· Los “típicos”, más convencionales y menos problemáticos, suelen ser simétricos, redondeados, con borde regular. La coloración es marronácea más o menos oscura y generalmente homogénea o con ligeras variaciones de tonalidad entre el centro y la periferia. Su tamaño suele ser inferior a 6 mm, aunque puede ser ampliamente superado en los nevos congénitos.

· Los atípicos pueden mostrar ligera asimetría, borde algo irregular, coloración algo más heterogénea (o, a veces, llamativamente oscura) y tamaño con frecuencia superior a 6 mm. En los lunares malignos (melanomas) estas características se van acentuando progresivamente.

Los cambios relativamente rápidos o mantenidos en un lunar pueden ser la principal señal de alarma de que se trata de un melanoma. Siempre deben ser vistos con cautela.

Tratamiento

La importancia de la vigilancia de los lunares viene condicionada por 3 motivos: pueden comportarse como marcadores de riesgo de melanoma, como simuladores de melanoma y como precursores de melanoma.

En los pacientes con un número elevado de lunares o con lunares clínicamente atípicos, esta vigilancia será más difícil. En ellos ganamos mucha precisión mediante la vigilancia con mapeos corporales completos con equipos de dermatoscopia digital.

El objetivo es doble: por una parte, evitar la extirpación innecesaria de lunares atípicos pero estables y benignos, y por otra parte, favorecer el diagnóstico precoz del melanoma, detectando con mayor precisión lunares nuevos muy atípicos o lunares inestables que ganan atipia.

La extirpación selectiva de estos lunares también puede contribuir a prevenir el melanoma. A veces se extirpan lunares en la fase de su transformación a melanoma, aunque aún no la hayan concluido, como algunos lunares displásicos.

Especialistas Cdi en Lunares:

Dermatólogo. Jefe de la Unidad de Prevención y Diagnóstico Precoz de Melanoma.

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