El cáncer de piel en la infancia es muy infrecuente. Esto hace que pediatras y dermatólogos no especializados tengan poca experiencia en su reconocimiento y manejo, así como en la evaluación de algunas lesiones benignas (como los lunares de Spitz y de Reed), difíciles de distinguir de un melanoma.
La mejor opción para niños o adolescentes con alguna lesión de piel de aspecto tumoral y naturaleza dudosa, incluyendo lunares atípicos, es que sea evaluado por un dermatólogo con dilatada experiencia en dermatología pediátrica, en su evaluación y vigilancia.
Tumores benignos en la piel infantil
Por su frecuencia destacan los angiomas y los lunares (nevos melanocíticos).
En CDI disponemos de una Unidad de Angiomas Infantiles donde se evalúan estas lesiones por personal con gran experiencia en su manejo y se decide si precisan tratamiento y el momento más adecuado para hacerlo.
También disponemos de equipos de dermatoscopia digital de alta resolución manejados por dermatólogos con amplia experiencia en la vigilancia de lunares en la edad pediátrica, lo que nos facilita decidir con mejor criterio si el lunar puede ser vigilado o debe ser extirpado y analizado.
Entre los lunares candidatos a evaluación y vigilancia con dermatoscopia digital podemos destacar:
-Lunares clínicamente atípicos (algo asimétricos, borde algo irregular, coloración heterogénea, diámetro superior a 6 mm, aunque en la infancia el valor del tamaño es relativo).
-Lunares congénitos. La dermatoscopia es especialmente útil en la evaluación y seguimiento de lunares congénitos pequeños (hasta 1.5 cm de diámetro) y medianos (de 1.5 a 10 cm), aunque también puede ser de alguna utilidad en lunares congénitos de mayor tamaño.
-Lunares de Spitz y de Reed, lesiones cuya coloración puede oscilar desde sonrosada hasta negra, generalmente llamativos a simple vista y de crecimiento rápido. Esta es la razón por la que a veces pueden confundirse con un melanoma u otro tumor maligno cutáneo. Aunque su extirpación es a menudo la opción más práctica, en algunos casos se puede optar de entrada por su vigilancia con dermatoscopia digital.
Tumores malignos en la piel infantil
Aunque son infrecuentes suponen un problema clínico muy relevante por la edad de los pacientes, su dificultad diagnóstica inicial y la importancia de su diagnóstico precoz.
La variedad de tumores cutáneo malignos en la infancia es amplia. Incluye formas de cáncer de piel habituales en adultos como el melanoma, epitelioma basocelular, carcinoma epidermoide. Y otras más propias de la infancia: rabdomiosarcoma, neuroblastoma, algunas variantes de fibrosarcoma y algunas variantes de fibromatosis pediátricas y tumores vasculares de baja o intermedia malignidad.
Algunas enfermedades genéticas pueden favorecen la aparición de cáncer de piel en la infancia. Es el caso, por ejemplo, del síndrome del nevus basocelular (Gorlin) en el que pueden aparecer epiteliomas basocelulares en edades tempranas. O el caso del xeroderma pigmentado, cuya piel tiene defectos severos para reparar el daño de la radiación solar en la piel. Si desde la primera infancia no se sigue una protección solar muy estricta, aparecen manchas solares, signos de daño solar crónico, epiteliomas e incluso melanomas.
El melanoma es infrecuente en la infancia y adolescencia. Supone en torno al 1 % del total de melanomas. Casi el 75% de los casos en este grupo de edad se da entre los 15 a 19 años, y en este grupo de edad supone el 7% de tumores malignos. Al igual que en adultos su diagnóstico tardío se asocia a elevado riesgo de metástasis y potencial letalidad.
Diagnóstico precoz del melanoma en la infancia
La regla ABCDE (Asimetría; Borde irregular; Coloración heterogénea; Diámetro superior a 6 mm; Evolución, cambios a lo largo del tiempo) que empleamos para facilitar el reconocimiento de lunares sospechosos en adultos es también útil en niños.
Sin embargo, algunos melanomas en niños pueden ser simétricos y de coloración homogénea siendo especialmente importante prestar atención a lesiones o lunares abultados, de aparición reciente y crecimiento rápido, no necesariamente muy oscuros (algunos melanomas en la infancia carecen totalmente de pigmento y son sonrosados) y que puedan sangrar ocasionalmente.
Ante una lesión así en la piel de un niño se debe consultar con un dermatólogo experto de forma inmediata.
Algunas variantes peculiares y benignas de lunares, en particular los nevos de Spitz y de Reed, pueden mostrar un aspecto y una evolución clínica inicial que dificulta su distinción de un melanoma. Esta dificultad a menudo se traslada también a su exploración con dermatoscopia e incluso al estudio histológico una vez extirpados, especialmente en niños mayores de 12 años.
Dermatoscopia digital para vigilar lunares en la infancia
Aunque el melanoma en la infancia y adolescencia es infrecuente, en niños de alto riesgo su prevención y su diagnóstico precoz son tan importantes como en adultos.
En estos casos trabajar con mapas corporales parciales o completos de los lunares con dermatoscopia digital es la mejor opción para su evaluación y seguimiento.
Por las peculiaridades clínicas y dermatoscópicas de los lunares en la edad pediátrica es preferible que esta vigilancia la realicen dermatólogos con amplia experiencia en esta franja d edad.
Entre los factores que aumentan el riesgo de melanoma en la infancia y pueden hacer aconsejable la vigilancia de los lunares con dermatoscopia digital podemos citar:
-Antecedentes familiares de melanoma (más si hay varios familiares directos afectados y/o alguno presentó el melanoma en edad juvenil o infantil).
–Antecedente personal de melanoma y/o de lunar con displasia histológica confirmada.
-Presencia de lunares abundantes, especialmente si algunos son clínicamente atípicos.
-Lunares congénitos (a mayor tamaño, mayor el riesgo y la dificultad de vigilancia).
-Piel muy clara y pelo rubio muy claro o pelirrojo.
-Pecas y lentigos muy abundantes (a veces debe además descartarse la posibilidad de xeroderma pigmentado y de alguna variante genética de lentiginosis aislada o asociada a otras alteraciones extracutáneas).
-Enfermedades que cursan con inmunosupresión y tratamientos inmunosupresores (trasplantados, enfermedades autoinmunes).
-Niños que han recibido quimioterapia o radioterapia por cualquier causa.
Prevención del melanoma
Uno de los factores de riesgo mejor establecidos para desarrollar un melanoma en la edad adulta es la presencia de quemaduras solares reiteradas durante la infancia, la adolescencia y la primera juventud.
Por ello consideramos muy importante transmitir información adecuada a los padres sobre protección solar para sus hijos, así como favorecer la educación respecto a las medidas básicas de protección solar tanto en el entorno familiar como en los colegios.
El dermatólogo deberá aconsejar sobre las mejores opciones de protección solar para cada tramo de edad y para cada tipo de piel.
Procurar una convivencia sana con el sol desde la primera infancia no implica huir absolutamente del sol.
Las actividades al aire libre y la exposición solar moderada son beneficiosas para el desarrollo global del niño.
En niños con problema de piel que exijan una protección solar muy estricta se deberán monitorizar los niveles de vitamina D y dar suplementos orales de vitamina D si estos niveles están bajos.