La morfea (esclerodermia localizada) es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de zonas de engrosamiento e induración de la piel y de la grasa. Su evolución es crónica.
Puede afectar tanto a adultos como a niños y afecta preferentemente al sexo femenino.
No se sabe con exactitud la causa de la morfea. El componente autoinmune, como genético y ambiental parece que juegan un papel importante en su desarrollo.
Diagnóstico
La morfea debe distinguirse de la esclerosis sistémica (esclerodermia). Esta última es una enfermedad autoinmune del tejido conectivo que se caracteriza por engrosamiento e induración de zonas distales del cuerpo o generalizadas. Se asocia frecuentemente con manifestaciones sistémicas (afectación de otros órganos además de la piel).
Inicialmente las lesiones de morfea se presentan como decoloraciones de la piel de color rojo o violáceo. A medida que la enfermedad evoluciona, se forma una mancha amarillenta (color marfil) rodeada de un anillo violáceo. La presentación más típica y más frecuente es cuando aparecen una o más placas que pueden medir de 1 a 10 centímetros.
Los pacientes suelen presentar una única o escasas placas escleróticas. Y la actividad de la enfermedad suele persistir entre 3 y 6 años.
En casos excepcionales estas placas pueden ser bastante numerosas (esclerodermia generalizada). Siendo así, es aconsejable la realización de estudios analíticos para descartar la repercusión interna.
Las características clínicas pueden ser suficientes para el diagnóstico, sin embargo en múltiples ocasiones puede ser precisa la realización de una biopsia.
Los niveles de anticuerpos antinucleares (ANA) pueden estar elevados. No obstante el significado de esta elevación es desconocido y su detección no está indicado de manera rutinaria.
La realización de pruebas de imagen es necesaria en aquellos pacientes en los que la exploración clínica sugiere que la lesión se extiende más allá de la dermis.
La resonancia magnética o la ecografía pueden ayudar a determinar la profundidad que alcanza y pueden ser útiles para el seguimiento de la actividad de la enfermedad durante el tratamiento.
Afortunadamente, la mayoría de enfermos con morfea presentan la forma localizada. Esto plantea únicamente problemas estéticos y no se asocia a ninguna enfermedad interna.
Con los años, lo normal es que las lesiones se reblandezcan y la textura de la piel vuelva a ser normal. En algunos casos pueden persistir pequeños cambios en el color de la piel.
Tratamiento
La aplicación frecuente de cremas hidratantes ayudan a reblandecer la piel.
Cuando se exponga al sol utilice en las zonas afectadas protectores solares para prevenir el oscurecimiento de las lesiones.
Debido a su curso autolimitado, muchos pacientes con enfermedad localizada limitada a algunas placas puede optar por no llevar a cabo ningún tratamiento.
Aquellos pacientes con lesiones superficiales, sólo con afectación dérmica, y que desean llevar a cabo un tratamiento pueden optar por fototerapia o la aplicación tópica de medicamentos.
Casos de enfermedad rápidamente progresiva, severa, incapacitante, pueden precisar tratamientos sistémicos.