Las alteraciones del cabello las clasificamos en estructurales y foliculares. Las primeras hacen referencia a alteraciones del tallo piloso, su morfología; y las foliculares a la alteración del bulbo del folículo piloso, a su ciclo biológico.
Las principales consultas hacen referencia a alteraciones del ciclo folicular que conllevan a la aparición de caída de cabello o efluvium (desprendimiento de un número de cabellos llamativo a la más mínima tracción) y alopecia (disminución del número de folículos por área).
La alopecia puede ser reversible o irreversible (cicatricial) en función de si es posible su curación o no.
Lo más importante para garantizar el éxito de un tratamiento en patología capilar es asegurar el diagnóstico en cada caso. Existen multitud de tipos de alopecia y cada una exigirá tratamiento apropiado e individualizado que consistirá desde la más simple aplicación de un medicamento tópico hasta las más novedosas técnicas de injertos de unidades foliculares. Debemos exigir siempre un diagnóstico definitivo antes de someternos a cualquier tipo de tratamiento o aceptar cualquier presupuesto terapéutico.
EL FOLÍCULO PILOSO Y EL CICLO FOLICULAR
De una forma didáctica podríamos decir que el folículo piloso se divide estructuralmente en 2 partes:
A. El bulbo capilar constituye el centro de fabricación del cabello.En él se produce la multiplicación celular, la pigmentación del pelo y es la zona de intercambio entre la piel y el cabello. Es la zona más vascularizada asegurando el aporte de nutrientes indispensables para el crecimiento del cabello. También existen numerosas terminaciones nerviosas que transmiten los impulsos nerviosos a través de la liberación de mediadores neuroquímicos.
B. El tallo piloso constituye la fibra capilar propiamente dicha. La capa más externa es la cutícula constituidas por células productoras de queratina que le dan dureza y elasticidad al cabello. Además sostiene el pelo y lo ancla al interior del folículo fijándolo. La parte central es la médula, y el córtex separa la cutícula de la médula.
Se calcula en unos 100.000-150.000 el número de cabellos del cuero cabelludo. El crecimiento diario de un cabello es de unos 0,35 mm, es decir casi 1 cm al mes y entre 10-15 cm al año (con cierta variabilidad interindividual). En general podríamos decir que la velocidad de crecimiento es lenta por lo que para notar los efectos de un tratamiento deben pasar al menos 3-4 meses como mínimo (habitualmente se valora un tratamiento a los 3 y 6 meses). No debemos creer falsas expectativas de mejoría en 2-3 semanas ya que es fisiológicamente imposible.
El pelo no crece de forma continua sino que cada folículo de manera no simultánea con los folículos de alrededor realiza un ciclo alterno y constante de crecimiento y reposo. El ciclo vital del cabello consta de tres fases: anágeno (2 a 6 años de duración), catágeno (10 días de duración) y telógeno (3 meses de duración) (crecimiento, reposo y caída). La fase de anágeno es una etapa muy sensible sobre la que pueden actuar diferentes factores ambientales, hormonales, químicos, psíquicos… alterándose por tanto el crecimiento normal del cabello.
Cuando el tallo piloso cae al final de cada fase comienza el ciclo de nuevo con la formación de un pelo. Habitualmente existe más de un 85% de pelos en fase de crecimiento distribuidos de forma homogénea y hasta un 13-14% de los pelos están en fase de reposo y caída, sueltos dentro del folículo y dispuestos a caer en cualquier momento de forma espontánea. De esta manera se estima una pérdida fisiológica diaria de hasta 100 pelos, que en cabellos de longitud considerable puede ser bastante manifiesta. El problema no reside en que el pelo se caiga sino en que no se renueve y por lo tanto de forma progresiva se llegue a un estado alopécico con disminución de la densidad folicular y por tanto de la masa capilar.
LAS ETAPAS VITALES DEL CABELLO
Como ocurre con la piel en la que se aprecian signos y síntomas consecuentes del paso del tiempo (arrugas de expresión, flacidez, manchas…), el cabello también experimenta cambios que englobamos bajo el término de envejecimiento capilar, más manifiestos en la mujer que en el varón con una diferencia media de 6 años y consistentes en pérdida de volumen y masa capilar. Se describen 3 signos progresivos por efecto del envejecimiento: la reducción del número total de cabellos, la disminución del diámetro del cabello y el aumento de los períodos de reposo que condicionan heterogenicidad de los diámetros. Todo esto lleva a una progresiva disminución de la masa capilar que puede ser más llamativa si se asocia a algún tipo de efluvium (punto 8) o alopecia.
El ciclo del cabello está influenciado por multitud de factores (situación hormonal, estado nutricional, embarazo y lactancia, enfermedades, clima y factores ambientales…). Durante el verano y el invierno la fase de caída del cabello se encuentra retrasada lo que conduce a una fase de compensación posterior en primavera y otoño de aumento de la pérdida de cabello (recambio capilar humano). Es similar a lo que ocurre en los animales con pelo aunque no de forma tan llamativa.
10 FALSOS MITOS SOBRE EL PELO Y SU CUIDADO
Ante tanta información, en muchas ocasiones errónea, que existe sobre el cuidado del pelo y el tratamiento de su caída, hemos querido destruir 10 falsos mitos existentes sobre el cabello.
1. EL PELO CON SEBORREA (GRASA) DEBE DE LAVARSE LO MENOS POSIBLE.
Falso. El pelo debe lavarse siempre que esté sucio y si es necesario a diario. De hecho un pelo con mucha seborrea puede conducir a patologías y promover infecciones. Lo que no se debe de hacer es ser muy agresivo con el lavado. La seborrea capilar se elimina con gran facilidad con champúes de uso diario.
2. CUANDO EXISTEN PROBLEMAS DE CAIDA DEL CABELLO EL PELO DEBE LAVARSE Y PEINARSE LO MENOS POSIBLE YA QUE SE ESTIMULA LA CAIDA.
Falso. El pelo que se cae con el lavado y el peinado es pelo en fase de caída que está suelto en el folículo y se va a caer de todas formas. Salvo peinados muy agresivos, la tracción realizada sobre el folículo tanto en el lavado o peinado no es suficiente para arrancar los cabellos en fase de crecimiento.
3. LOS PRODUCTOS CAPILARES (TINTES, LACAS, ETC) SON MALOS PARA EL PELO.
Falso. Los productos químicos tipo tintes, espumas, lacas, gominas…pueden utilizarse en su justa medida, sin abusos y siempre que sean productos suaves y no agresivos. Los productos siliconados tan de moda previos a la utilización del secador o las planchas de peinado, podrían ser beneficiosos siempre que no se empleen en grandes cantidades.
4. LOS NUTRICOSMÉTICOS REVITALIZAN EL CABELLO.
Falso. A pesar de que vivimos un bombardeo de publicidad para que tomemos productos orales para mejorar el pelo y la piel, no está demostrado que en personas con una adecuada dieta ejerza grandes efectos beneficiosos.
5. EL CHAMPÚ PARA CABALLOS, LO MEJOR PARA EL CABELLO.
Falso. Los champúes para animales están especialmente formulados para ellos y no debería utilizarse en humanos ya que podrían contener insecticidas y otros componentes para el mantenimiento y tratamiento de parásitos que puedan ser perjudiciales para el hombre. La biotina que contienen no logra traspasar la piel.
6. LOS CHAMPÚS SIRVEN PARA FRENAR LA CAIDA DEL CABELLO.
Falso. No existe ningún champú anticaída. Los champúes actúan en la calidad cosmética del pelo, pero nada más. La biotina que contienen NO PENETRA LA PIEL por lo que no tiene ningún efecto terapéutico y por tanto NO EVITA LA CAIDA DEL CABELLO.
7. EL ESTRÉS Y EL TABACO NO INFLUYEN EN EL PELO.
Falso. En períodos de estrés, el pelo en fase de crecimiento entra de forma prematura en la última fase del ciclo del cabello produciendo una caída exagerada y una disminución en el grosor de la fibra capilar. Además el estrés y el tabaco pueden producir vasoconstricción de los vasos sanguíneos existentes en el bulbo capilar disminuyendo el aporte de nutrientes del cabello.
8. SI CORTAMOS EL PELO, ESTE CRECE MÁS.
Falso. No está demostrado que por cortar el pelo se revitalice su crecimiento.
9. EL ÚNICO TRATAMIENTO EFICAZ CONTRA LA ALOPECIA ES EL TRASPLANTE CAPILAR.
Falso. Existen múltiples tratamientos médicos no quirúrgicos para los distintos tipos de alopecias. La más frecuente, que es la alopecia androgénica, puede tratarse con medicamentos
10. EL LÁSER Y LAS INYECCIONES SON EL TRATAMIENTO IDEAL DE LA PERDIDA DE PELO.
Falso. Ahora está de moda el uso de láser e inyecciones en cuero cabelludo. Hasta el momento no hay estudios científicos que demuestren que estos tratamientos son muy eficaces, aunque es posible que en un futuro se encuentren protocolos más efectivos.
LAVADO Y PEINADO DEL CABELLO
Existen dos mitos que debemos eliminar:
1. “ El pelo con seborrea debe lavarse lo menos posible”
2. “ Cuando existen problemas de caída del cabello el pelo debe lavarse y peinarse lo menos posible ya que se estimula la caída”
Con respecto a la primera afirmación el pelo debe lavarse siempre que esté sucio y si es necesario a diario. De hecho un pelo con mucha seborrea puede conducir a patologías y promover infecciones. Lo que no se debe es ser muy agresivo con el lavado y utilizar productos suaves con escasos activos químicos (mirar aspectos del champú). La seborrea capilar se elimina con gran facilidad y no hay que insistir en potentes desengrasantes que lo única que harían sería irritar el cabello o eliminar demasiada seborrea que debe existir en cantidad suficiente para cumplir sus funciones.
Con respecto a la segunda afirmación, el pelo que se cae con el lavado y el peinado es pelo en fase de caída que está suelto en el folículo y dispuesto a caerse. Salvo peinados muy agresivos, la tracción realizada sobre el folículo tanto en el lavado o peinado no es suficiente para arrancar los cabellos en anagen.
La utilización de accesorios en el cabello como horquillas, gomas, gorros, pañuelos, diademas… es totalmente inofensivo y podrá utilizarse siempre que la tracción que se realice sobre el folículo piloso no sea excesiva ya que podría producir una alopecia por tracción (típica en mujeres africanas que se realizan trenzas en todo el cabello)
Los productos químicos tipo tintes, espumas, lacas, gominas…podrían utilizarse en su justa medida, sin abusos y siempre que sean productos suaves y no agresivos. Los productos siliconados tan de moda previos a la utilización del secador o las planchas de peinado podrían ser beneficiosos siempre que las siliconas sean hidrosolubles y no se empleen en grandes cantidades.
EL CHAMPÚ. CONCEPTOS BÁSICOS
El champú es un producto utilizado para limpiar la suciedad del cabello, la grasa formada por las glándulas sebáceas, la descamación cutánea del cuero cabelludo y en general partículas contaminantes ambientales que se van acumulando progresivamente en el pelo.
Según los principios activos que se le añadan, el champú puede tener diferentes funciones pero básicamente es una sustancia para lavar el cabello.
El sebo, producido por la glándula sebácea asociada al folículo piloso, es necesario ya que protege de daños externos la estructura proteínica del cabello, pero tiene un coste asociado y es que atrapa suciedad, descamación y productos cosméticos como perfumes, gomina, geles…
El cabello sano tiene una superficie hidrofóbica a la que se adhieren los lípidos pero que repele el agua. La grasa no es arrastrada por el agua por lo que no se puede lavar el cabello sólo con agua. El champú contiene sustancia denominadas tensoactivos o surfactantes que reducen la tensión de superficie y favorecen la separación del sebo del cabello. La materia grasa (apolar) se emulsiona con el champú y el agua, y es arrastrada con el aclarado.
Tanto el jabón como el champú contienen surfactantes pero el jabón se mezcla con la grasa con demasiada afinidad de manera que si se usa para lavar el cabello elimina demasiado sebo. El champú usa surfactantes más equilibrados para no eliminar demasiado sebo.
El ph del champú debe ser ligeramente ácido ya que de lo contrario se debilitaría el cabello rompiendo los enlaces de disulfuro de la queratina del cabello. Existen modas y tendencias que aconsejan la utilización de jabones tradicionales artesanos (“jabón lagarto”) para el lavado de la piel y del cabello. Estas sustancias, salvo modificaciones posteriores, son sustancias alcalinas con Ph superior a 7 (en ocasiones oscilan alrecedor del ph 10) por lo que no deberían utilizarse.
El champú está constituido básicamente por agentes tensoactivos de varios tipos (aniónicos, sales…) y pueden llevar otras sustancias como alcohol, conservantes, estabilizantes… Existen algunos que pueden llevar surfactantes naturales no químicos como el vinagre o el limón con la mismas propiedades. La familia de los sulfatos son uno de los surfactantes más agresivos pero más eficaces. Su concentración suele estar reducida en los champú de uso diario y debe ser inexistente en los champú infantiles para evitar la irritación cutánea y ocular. Estos sulfatos son los responsables de la espuma que hace el champú por lo tanto cuanto más espuma haga un champú y más intenso sea su olor mayor concentración de productos químicos tendrá en su composición y por tanto será más agresivo. Lo ideal es utilizar un champú sin color, olor y que haga mínima espuma como los productos “syndet” (sin detergente).
En ocasiones al champú también se le añade acondicionador. La mayoría de los agentes acondicionadores son siliconas que sellan la cutícula del tallo piloso impidiendo la deshidratación pero aportándole peso y residuos al pelo. Es por ello importante seleccionar productos que contengan siliconas hidrosolubles que puedan retirarse fácilmente con el aclarado y no necesiten surfactantes específicos para su eliminación.
El champú también es el vehículo ideal para aplicar determinados tratamientos y existen productos a los que se le añaden fármacos siendo una vía de administración habitual en patologías del cuero cabelludo.
Las vitaminas, aminoácidos, provitaminas y demás sustancias que se añadan al champú no tienen ninguna utilidad y su finalidad no es más que manipulación publicitaria para direccionar las ventas de un producto. Los aminoácidos y proteínas son moléculas demasiado grandes para ingresar a las células desde fuera del torrente sanguíneo. Estas sustancias únicamente pueden acceder al cabello a través de la ingesta de las mismas y el aporte vascular del bulbo capilar.
Con respecto a las cápsulas de vitaminas que se venden en perfumerías y supermercados, el caso es el mismo y el beneficio se obtiene a partir de su ingesta. Sin embargo las propiedades físicas de algunas podrían tener un efecto cosmético sobre el tallo piloso pero sin ningún tipo de bioactividad.
Los champú para animales están especialmente formulado para ellos y no debería utilizarse en humanos ya que podrían contener insecticidas y otros componentes para el mantenimiento y tratamiento de parásitos que puedan ser perjudiciales para el hombre. Igualmente no deberían utilizarse champú de uso humano en los animales especialmente aquellos que contengan zinc ya que pueden ser tóxicos sin son ingeridos por los animales.
TABACO Y ESTRÉS
Diversos estudios con animales de experimentación han demostrado la susceptibilidad del folículo piloso a estímulos estresantes a través de un mediador neuroquímico conocido como sustancia P. Bajo los estímulos del estrés el pelo en fase de crecimiento o anagen entra de forma prematura en fase de catagen y posteriormente de telogen produciendo un caída exagerada y una disminución en el grosor de la fibra capilar. Además puede producir vasoconstricción de los vasos sanguíneos existentes en el bulbo capilar disminuyendo el aporte de nutrientes del cabello.
De hecho agentes antidepresivos que bloqueen los receptores de actuación de la sustancia P han demostrado sus beneficios en la recuperación del folículo atrófico, promoviendo la entrada del mismo en fase de anagen o de crecimiento.
El tabaco también empeora la salud capilar a través de diferentes mecanismos: vasoconstricción del aporte sanguíneo del bulbo disminuyendo el aporte de nutrientes, estimulación y liberación de mediadores neuroquímicos perjudiciales… Algunos complementos nutricionales pueden mejorar los efectos deletéreos del tabaco y siempre se recomienda el abandono del hábito tabáquico.
NUTRICOSMÉTICOS DEL CABELLO
Quizás la cosmética oral de la piel y del cabello sea uno de los temas más de moda en los últimos años y sobre los que se han cometido más abusos. Polifenoles (Catequina), taurina, zinc, biotina, vitamina D, calcio, Vitaminas complejo B, cistina, biotina, N-Acetil cisteína y muchas más sustancias se pronuncian como la solución definitiva para eterna juventud y el cabello ideal. Pero debemos saber diferenciar ficción y realidad y pedir consejo y asesoramiento profesional sobre qué sustancias son adecuadas en nuestro caso, la cantidad de la misma y la duración del tratamiento.
Es importante la existencia de estudios de biodisponibilidad que aseguren que a través de la microcirculación sanguínea estas sustancias alcancen el bulbo del folículo piloso y en concentraciones óptimas pudiendo ser útiles en sus funciones.
También existen modelos científicos de folículo piloso in vitro en los que se han demostrado funciones de estas sustancias como los polifenoles, en concreto la catequina que pueden inhibir la expresión de los mediadores del estrés actuando a través de la sustancia P.
Sin embargo otras muchas sustancias son ineficaces, no tienen base científica y no son más que un reclamo publicitario.
Tratamientos de salud capilar
TÉCNICAS DIAGNÓSTICAS EN SALUD CAPILAR
En una visita inicial suele realizarse una historia clínica completa y exploración física detallada del cuero cabelludo y del tallo piloso. En la exploración solemos utilizar dos maniobras específicas:
1. Pilotracción: consiste en tirar de un grupo de cabellos para comprobar si existe un desprendimiento de un número de cabellos llamativo a la más mínima tracción.
2. Signo del pliegue: el cuero cabelludo no puede plegarse cuando existen folículos pilosos, sin embargo es un hallazgo habitual en las alopecias cicatriciales en las que ya no existen folículos piloso.
Par completar la exploración física solemos utilizar la Tricoscopia. La tricoscopia es la dermatoscopia aplicada al estudio del cabello. La dermatoscopia, o microscopía de epiluminiscencia, es una técnica de diagnóstico por imagen, no invasiva, que permite el estudio microscópico “in vivo” de lesiones cutáneas. A través del dermatoscopio se permiten observar estructuras de la epidermis y dermis in situ, que no serían visibles al ojo desnudo y que mejoran la sensibilidad y especificidad del diagnóstico. Además nos permite observar el tallo piloso al completo y la posibilidad de displasias asociadas sobre todo en patología infantil.
Se suelen realizar imágenes fotográficas que nos permiten seguir la evolución del paciente y que a su vez él mismo compruebe la respuesta de su patología.
En casos en los que nos interese estudiar el ciclo del cabello podríamos realizar dos técnicas:
1. Tricograma: consiste en la obtención mediante tracción de un grupo representativo de cabellos y estudiar las raíces foliculares para calcular el porcentaje de anágenos y telógenos. Se utiliza mucho en el estudio de los efluvios complicados y en alopecias de larga evolución sin diagnóstico claro.
2. Test del lavado modificado: en ocasiones el paciente cuando acude a la consulta se ha lavado recientemente el cabello (conviene acudir a la consulta sin lavar el cabello en al menos 48 horas) por lo que muchos pelos en telogen ya se han caído en el momento del lavado y los resultados del tricograma puede estar falseados. Para ello tenemos el test del lavado modificado en el que el paciente aporta en la consulta todo el pelo caído en el momento del lavado tras 4 días sin lavar el cabello. Posteriormente el dermatólogo estudia la muestra analizando la longitud y el grosor de los folículos pilosos así como la raíz folicular.
En casos excepcionales y sobre todo en alopecias cicatriciales inflamatorias tendremos que recurrir a la biopsia del cuero cabelludo con su correspondiente estudio histopatológico.
TRATAMIENTO DE LA ALOPECIA
Los tratamientos en tricología pueden ser muy variados y pueden ir desde simples tratamientos tópicos hasta las técnicas más invasivas entre las que se encontraría el injerto de unidades foliculares. Volvemos a insistir que lo más importante antes de cualquier tratamiento es asegurar un diagnóstico, y que la causa más frecuente de fracaso terapéutico es el diagnóstico erróneo.
En general los podemos clasificar en los siguientes puntos:
1. Tratamientos locales (tópicos o intralesionales): podemos aplicar diferentes principios activos en función de la patología en vehículos como champú, gel, espuma o solución hidroalcohólica. En ocasiones también se pueden realizar inyecciones en el cuero cabelludo cuando nos interese actuar en una zona determinada o alcanzar el torrente circulatorio (sobre todo en el caso de sustancias incapaces de atravesar la piel). Aunque sea el tratamiento más básico en la mayoría de las ocasiones es el único necesario y suficiente y no debemos dejarnos llevar por maquinarias complejas o aparatos sofisticados.
2. Tratamientos sistémicos (vía oral): aparte de los nutricosméticos, tenemos un amplio arsenal terapéutico para alopecias más complicadas como la alopecia areata o alopecias cicatriciales. Estas sustancias deben ser indicadas siempre por un especialista y los pacientes deben estar bajo un estricto control y seguimiento.
3. Tratamientos intervencionistas: fototerapia y determinados tipos de láser han demostrado beneficios en situaciones específicas. El trasplante capilar es una técnica que ha experimentado un gran avance en los últimos años y que consigue tratamientos espectaculares en indicaciones claras (alopecia androgénica, alopecia cicatricial controlada localizada…) y siempre que sea realizado por manos expertas.