«Nuestros pacientes nunca serán clientes»

Tradicionalmente, por una cuestión de conocimiento, la relación médico-paciente era una relación vertical en la que el paciente estaba por debajo del médico sencillamente porque sabía menos. Hoy, el conocimiento llega a todos a través de Internet y no son pocas las ocasiones en las que nos encontramos que los pacientes quieren hacer prevalecer su papel como consumidor en la toma de decisiones sobre su tratamiento.
En mi opinión, los médicos no debemos fomentarlo. Hay muchas razones: el código deontológico obliga a que las necesidades reales estén por encima de los deseos e incluso les sean contrarios; la visita médica no es un acto voluntario sino consecuente a un mal estado de salud, los resultados no están garantizados y no siempre coinciden la calidad del servicio con la satisfacción del paciente...
El paciente es una persona, no un cliente. Y muchas veces es una persona que sufre. Por ello estoy convencido de que la revolución de la medicina consistirá en volver a las raíces del acto médico, utilizando de forma sensata todas las innovaciones tecnológicas, incluida la teleconsulta, pero sin olvidarnos que la verdadera medicina personalizada consiste en sentarse al lado de un paciente, mirarlo a los ojos y escucharlo.
Decía Roosevelt: “A la gente no le importa cuánto sabes, hasta que saben cuánto te importan”. Esa empatía es la que debemos aprender y practicar los médicos. Los dermatólogos del futuro tendremos que ser expertos en inteligencia artificial y en inteligencia emocional.
El artículo completo en El Confidencial.
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